Una ciudad como Barcelona importa el 41% de la fruta y el 50% del pescado que consume.
Una tercera parte de las hortalizas que llegan al principal proveedor de comestibles (Mercabarna,) vienen del exterior y las patatas alcanzan el 68%.
El aumento del consumo disparan la adquisición de alimentos al extranjero, los precios son mejores y el beneficio mayor.
Se puede encontrar alimentos de cualquier parte del mundo. Los últimos diez años, con cifras récord de importación incluso en frutas, verduras, pescados y mariscos (recordar la reciente huelga de pescadores) los principales suministradores son de fuera de la península.
Mercabarna (donde se abastece Barcelona en el 80%), refleja que en solo 10 años se ha pasado de importar el 13,7% de las frutas y hortalizas a más deL 38% actual. En el caso de la fruta la producción extranjera supone ya más del 40% del volumen consumido, frente al 35% de las verduras. La mayor parte de la fruta viene del sur de África y Suramérica.
No solo hablamos de productos que se cultivan en otras latitudes, lo que justificaría su importación, nuestros alimentos en mucho de los casos se exportan a otros países.
Un imparable ir y venir de millones de toneladas de comida de un lugar a otro (recordar la huelga de transportistas) Cada vez hay menos producto cogido y consumido rápidamente en el lugar de origen.
Muchos productos pueden estar incluso meses en cámaras sin perder cualidades, como la manzana. La frescura puede saber mejor, y también costar mucho más. Es el caso de los mangos. Si llegan en avión es que se han cogido al punto y trasladado en 24 horas, lo que dobla el precio respecto a los que llegan en barco y tardan 15 días.
La importación tiene inconvenientes importantes, por la entrada de alimentos más competitivos del exterior, esto dificulta el abastecimiento del mercado interior con nuestros productos
Por otro lado las importaciones permiten tener una enorme variedad de comestibles durante todo el año. En invierno se pueden comer melocotones y melones, y en verano las naranjas son jugosas porque vienen de países del hemisferio sur.
Todo esto puede justificar; en parte, el alto precio que paga el consumidor final.
Pero cuando hablamos de la huerta de nuestra comunidad. Lo único que los consumidores tenemos claro, es que los precios están por las nubes y no bajan. ¿Por que esa gran diferencia entre el precio de origen y el que pagamos?
Hay que destacar la enorme presión de los intermediarios en el precio de origen. Que obliga a los productores autóctonos vender a precios, que en la mayoría de los casos no cubre los gastos, temerosos por la continuidad de sus negocios y la propia subsistencia.
Si es tan competitivo traer los productos del exterior… ¿Por qué no se aprecia en el precio de venta? No será una excusa para vender caro lo que (teóricamente) es más barato.
Información diario Que!
Los precios de origen y destino
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