Nadie asume responsabilidades.

Aun teniendo la experiencia del pasado, los políticos siguen trabajando por sus propios intereses partidistas y empecinados en quedar bien en la foto,continúan gastando el dinero para hacer obras faraónicas, por ejemplo; lineas de AVE, que además de no crear riqueza son deficitarias tanto en número de pasajeros como económicamente.

Cuando Catalunya, la tercera comunidad que más aporta a las arcas estatales, la que representa una quinta parte de la riqueza de España, la llamada locomotora del Estado, se ve en la tesitura de acudir a un rescate, muchos deberían de preguntarse que se está haciendo mal, todos se pueden subir al autobús pero cerrando los surtidores de combustible el motor no arranca y de esta manera no se avanza hacia ninguna parte. 

Las empresas, los autónomos, y ciudadanos catalanes están ahogados en tasas e impuestos, los impuestos llegan por partida doble o triple, unos de aquí y otros de allá, y en algunos casos se inventan nuevos impuestos para aplicarlos sobre productos que ya están gravados. Falta financiación y sobre todo falta voluntad y valentía para afrontar los obstáculos y retos que hay que salvar para solucionar los verdaderos problemas de los ciudadanos.

Matando la gallina de los huevos de oro no se soluciona nada, en cambio, se debe hacer Pedagogia para dar a entender que si se facilitan las cosas a las comunidades que disponen de un potencial de crecimiento y estas van bien, el beneficio repercute al resto como así ha sido durante muchos años.

Por otro lado, la gente se da cuenta que para mantener algunos sectores y privilegios si hay dinero. Mientras, para la sanidad, educación, servicios sociales y economía domestica no hay ayudas ni la rescata nadie.

Todo esto acabaría en parte si se pidiera responsabilidades, antes durante y después, a todos los que, con sus acciones y decisiones colaboran para llevar a la pobreza y la ruina a millones de personas. 

La justicia debería acabar con la inmunidad politíca y diplomática y llevar a los tribunales a los delincuentes para que los responsables paguen por sus actos. Los ciudadanos están hartos de oir como respuesta que todos los que han manejado los hilos lo hace bien y la culpa siempre es de otros y cuando no hay a quién echarle la culpa siempre es del pueblo. 

 Los políticos toman decisiones que afectan a muchas generaciones futuras pero ellos tienen un tiempo relativamente corto de mandato y después se retiran a sus dorados sillones en la empresa privada dejando millones de personas pagando por sus errores.

El problema radica en una política deshumanizada y en un sistema en el que nadie asume responsabilidades y algo mucho peor; que no rinde cuentas de sus malas acciones. 

Las campañas y los programas electorales solo sirven para evitar que el votante descubra lo que le espera y decida irse con su papeleta a otra parte; «no me gusta lo que estoy haciendo, pero me han obligado a hacerlo».

Los que nos han metido en este lío son una casta de políticos y empresarios que comen juntos y les importa poco o nada los que recogen del suelo las exiguas migajas que caen de la mesa.

Los mismos que, luego, serán los primeros en minimizar las denuncias y en criminalizar a los que protestan.

¿Qué esta pesando más en los cálculos de quienes tienen nuestra suerte en sus manos para llevarnos a un, aun más, oscuro y desalentador futuro?